Este conocido proverbio
africano habla de lo complicado que es criar a los hijos en solitario, y es
cierto, no todo puede recaer en la madre, se necesita una red social que aunque no sea muy extensa, ampare esa crianza, que sostenga a la mamá
cuando está cansada, enfadada o agobiada. Las madres que pasan
muchas horas con sus hijos a solas saben lo duro que puede llegar a ser.
No hace falta que esa "tribu" sea una multitud, basta con un círculo de
personas de confianza con la que tengamos puntos de vista comunes en
materia de crianza. Básicamente la familia, abuelos, tíos, algún vecino
merecedor de esa confianza, algún amigo.
Muchos padres en falta de esa tribu, se ven oligados a echar mano de las
guarderías o de pagar a alguna cuidadora, cosa que me parece
comprensible ya que a todo no se puede llegar, porque a veces se
necesitan esos momentos de descomprensión o nos surge algún que otro
imprevisto...
Mi tribu no era extensa, mi marido y mis padres básicamente y algún amigo
de confianza me hicieron mucho más llevaderos los primeros años de
crianza. Estoy segura de que sin su ayuda todo habría resultado mucho
más complicado, no puedo ni imaginarlo.
Hoy vivo una situación bien diferente tras la mudanza porque si hay
algo que ha cambiado y mucho es precisamente el arropamiento de mi tribu.
Por suerte mi hija ya no es un bebé, con sus 4
años todo es mucho más llevadero que antes, dialogamos mucho, nos
comprendemos... sin embargo pasamos las 24 horas del día juntas y eso es
algo que en ocasiones nos pesa a ambas.
La tribu no es algo que se improvise, se tienen que dar las condiciones,
el clima de confianza necesario tanto para los padres como para los
niños, la construcción de una tribu lleva su tiempo. Cuantas más vivencias se comparten con esas personas más crece la intimidad necesaria para estrechar lazos.
Aquí mi hija tiene a sus otros abuelos y otros familiares pero con ellos
no tiene la confianza y la complicidad necesarias para hablar de
"tribu".
Para un caso de necesidad
tengo con quién contar pero se echan de menos muchas cosas que nos
aportaba nuestra tribu de siempre: el tener un tiempo solo para mí mientras la
nena disfrutaba en compañía de sus abuelos, el poder delegar ciertas
tareas, el quedar con amigos con o sin niños, con todo lo que ello
aporta...
Disfrutamos mucho la una en compañía de la otra, pero en ocasiones
necesitamos como es natural tomar una distancia, aunque sea pequeña, y
ahora es más complicado que antes, por suerte sigue estando el papá.
Es
ahora más que nunca que puedo comprender la soledad a la que se
enfrentan muchas madres y padres que no cuentan con ningún apoyo en las
ciudades en las que viven.
La tribu es algo muy importante, un valor que
no se debe desdeñar.