sábado, 19 de mayo de 2012

Niños teledirigidos

En la vida cotidiana, los niños reciben numerosas órdenes, unas son necesarias para el correcto desenvolvimiento de la vida familiar y social y otras se podrían evitar pero a pesar de ello, surgen.
El momento de parque o de esparcimiento es bajo mi punto de vista un momento en el que deberíamos dejar a los niños la máxima libertad posible a fin de que ellos gestionen ese tiempo de la manera que les plazca, jugando a lo que deseen y del modo que deseen, los adultos deberíamos ser meros acompañantes e intervenir solamente en caso de estricta necesidad. Y esto no es lo que se suele ver...



Niños robot, solo les faltan los botones


Con demasiada frecuencia observo que los niños en su rato de juegos no reciben más que consignas por parte de los adultos que los acompañan, curiosamente esto se ve aumentado si son los abuelos los que están en ese momento como responsables.
“Deja la pala a fulanito”, “baja del tobogán”, “sube al tobogán”, “coge el coche”, “ahora sube al columpio”, “ahora baja del columpio”, “juega con mengano”, “no juegues con la arena, que está sucia”, "si no te subes a nada, nos vamos a casa"... En fin, podría seguir poniendo ejemplos, pero me imagino que ya sabéis a lo que me refiero, a toda una serie de órdenes precisas e inútiles que reciben los niños mientras juegan.
Por supuesto que son órdenes dadas con buena intención y muchas de ellas sin reflexionar, solo para que el niño se sienta acompañado o para cuidar nuestra “fachada” de cara a los otros adultos, pero, acaso creemos que no son capaces de hacer nada por ellos mismos?
Dejemos a nuestros pequeños ese margen de libertad y de confianza que necesitan para su sano desarrollo, a veces los asfixiamos sin darnos cuenta.

Niños perseguidos por meriendas


Siempre he pensado que cuando un niño tiene hambre, él mismo se va a acercar a la comida, merienda en el caso de los parques, o la pedirá, como es lógico.
Por eso no entiendo ese afán de algunas madres y abuelas de perseguir al niño por todo el parque para que éste dé un bocado al plátano, a la papilla de frutas o al bocata. Los niños acaban por dar esos bocados de una manera mecánica, sin abandonar sus juegos, como para librarse así de esa merienda que saben que vayan donde vayan les perseguirá. Algunos niños, cansados ya, terminan por decir “ que ya no quiero más!!!”
Es un fenómeno muy visto y que siempre me deja perpleja, de todos es sabido que estar al aire libre y jugando, abre el apetito de cualquiera, dejemos que sean ellos los que pidan la merienda, lo que conseguimos así es anular las sensaciones de su cuerpo, si tienen hambre te lo harán saber y si no les apetece la merienda, ya cenarán con más ganas.

Juego libre

El juego libre, es muy importante a estas edades tempranas, es bueno dejar a los niños expresarse y no inmiscuirse en sus juegos interrumpiéndolos y transformándolos a nuestro antojo. Si la mayoría de momentos del día somos nosotros,los adultos, los que llevamos el timón, dejemos que en el parque sean ellos los que lleven las riendas, es su momento.
Por supuesto que con esto no quiero decir que dejemos campar salvajemente a nuestros hijos por el parque, ni mucho menos. Cuando vemos que es necesaria nuestra intervención, intervendremos, es nuestra responsabilidad, ya sea para evitar un peligro, una situación con consecuencias desastrosas, porque el propio niño nos reclame o por cuestiones de respeto hacia los demás: nuestra libertad acaba donde empieza la de los demás y esto es un máxima para todos nosotros, incluidos los más pequeños.
Y si no sabemos hasta qué punto estamos ejerciendo ese excesivo control, observemos a los niños en sus juegos de imitación, seguro que nos llevamos más de una sorpresa...

jueves, 10 de mayo de 2012

Niños sobre ruedas

Y por supuesto, que no me refiero a los niños que por circunstancias desgraciadas se ven obligados a usar una silla de ruedas...

Niños motorizados en crianzaconapego.com

Observo gran cantidad de niños que pasan su día a día “motorizados”, van al cole y regresan del mismo en coche, van a las actividades extraescolares en coche, van a comprar a centros comerciales en coche en los que una vez allí se suben al carro de la compra para que los padres puedan operar lo más tranquilos posible... en fin, cuándo caminan esos niños?
No hagamos de nuestros niños futuros adultos sedentarios!

 Hay niños que entre semana apenas pisan la calle.

Sí, seguramente muchos de ellos estén apuntados a algún deporte o el fin de semana lo pasen correteando por ahí, no lo dudo. Pero reivindico el paseo a pie, el ir a los recados a pie, porque estoy convencida de que aporta muchísimo más a los niños que el moverse en coche para ir a todas partes. Es por las prisas y la falta de ganas que se recurre demasiado a ir “sobre ruedas”, pero seguro que si nos organizamos un poco mejor o cambiamos un destino por otro parecido pero más cercano, se puede prescindir bastante del coche y merece la pena.  Me parece que es más reconfortante volver a casa dando un paseo y charlando, tras una jornada escolar, que metiéndose en un auto...
Y no solo se abusa de los automóviles sino también del carrito, pasada cierta edad, los 3 años, la verdad es que la sillita de ruedas se debiera dejar de usar, al menos de manera cotidiana. Los niños están preparados para hacer trayectos a pie, claro, no todo lo rápido que nos gustaría y con diversas paradas, pero es necesario que nos adaptemos a su ritmo porque tanto del paseo como de los recados a pie, se aprende y mucho.

Ir a pie, saludable y ecológico

Hay gente de mi entorno que se sorprenden de lo “andarina” que es mi hija, la verdad es que aunque usé mucho con ella la silla de paseo, nunca fue un abuso y desde poco antes de cumplir los 2 años ya era capaz de hacer distancias bastante largas a pie sin cansarse. Es bueno acostumbrarles a caminar hacia nuestros objetivos según vayamos observando qué distancias son capaces de abordar.

Recuerdo mi niñez, iba y volvía a pie del cole, de la academia, de la catequesis, a misa, de paseo, a recados... solo usábamos el coche de viaje o para desplazamientos lo suficientemente largos. Hoy en día observo a familias que lo usan para ir a 500 metros! Por supuesto que en ocasiones es necesario pero se abusa mucho de este medio. 
Lo importante es que ellos empiecen a valorar las distancias, que descubran una tienda en el camino o que se paren a contemplar un perro, un bebé, una persona mayor o cualquier cosa que llame su atención. Que aprendan los peligros y las normas de la calle. Que chapoteen en charcos cualquier día de lluvia, que aprendan las calles de la ciudad en la que viven, que sepan que hay muchos caminos que nos llevan a casa. Y si aprieta el cansancio recurrir, por qué no, al transporte público, que también es una aventura y es más ecológico!

Muchos de estos niños que van a todas partes sobre ruedas son los típicos que el raro día que van a pie se cansan todo el tiempo, no saben comportarse en la calle, no respetan las reglas de tráfico ni tienen en cuenta al resto de transeúntes.

Os dejo este vídeo, el final de la película "Cría cuervos", que siempre me ha gustado pues me recuerda a mi época de colegial, una época en la que casi nadie usaba el coche para ir al cole, salvo aquellos colegios alejados a los que había que acudir en autocar...

jueves, 3 de mayo de 2012

El que no llora no mama

Este es un refrán fruto de la sabiduría popular y lo ideal sería que el que no llora sí mama, si sus padres se toman la molestia...

Es sabido que la mayoría de la sociedad valora mucho en un bebé que apenas moleste, de ahí la tan odiada (por mí) frasecita de “es bueno?”
Hace unos días, en la calle daba la enhorabuena a una reciente mamá a la que le dije las típicas frases de alabo a su bebé y ella concluyó diciendo:” lo más importante es que es buenísima, solo se despierta cuando tiene hambre y luego a dormir otra vez sin llorar”. Otras veces a esa frase o a otras parecidas contesto que qué bebé no es bueno pero esta vez callé pensando que la crianza de un bebé es larga y aún le queda mucho camino por recorrer, los peques van cambiando y el que no es de mucho llorar en el inicio puede serlo después y viceversa.

Como no llora es bueno

Me molesta que se atribuya la calidad de bueno al bebé que apenas se deja notar, parece que el objetivo de muchos padres es continuar su vida con mínimos cambios tras el nacimiento de su bebé.
Ya sé que no se dice con mala intención, los bebés son todos buenos, faltaría más!
Quizás la frase no me gusta porque mi hija fue de llorar y no me gusta que se le atribuyan así características negativas ni a ella ni a los otros bebés más demandantes.
Es cierto que existen bebés más tranquilos, de buen conformar y que dejan a sus padres respirar.
Pero a veces es también engañoso y si los padres no están implicados en la crianza al 100% se corre el riesgo de no dar los debidos estímulos al bebé.
Por otra parte no hay que dejar de observar si la aparente“tranquilidad” del bebé no esconde algún que otro problema de seriedad, porque lo sano es que un bebé se mueva, explore su entorno, proteste, llore y ría...

El que no llora, ni mama ni nada

No sé si mi hija fue un bebé de “alta demanda” porque carezco de elementos comparativos y por otra parte no me gustan nada las “etiquetas”.

Pero al final he agradecido que mi hija haya sido así. Por ideas recibidas seguramente si ella no hubiese reclamado es muy probable que yo me hubiese tomado su crianza de diferente manera, habría mirado más por mi comodidad, ella se habría adaptado a mí y no yo a ella.
Mi bebé siempre reclamó atención mimos, teta, brazos, ayuda para dormir... y yo comprendí estas necesidades y las atendí como pude. Es ahora una niña muy segura de sí misma, alegre y despierta, ella me guió por el buen camino.
Hablando de bebés sanos, me dan pena esos bebés “tan buenos” de los que sus padres apenas se ocuparán. Como no lloran, no jugarán con ellos, ni les harán caso, se chuparán horas de silla, etc.
Quizás si no reclaman es porque nada necesitan, no lo sé. O quizás son tan de buen conformar que solo estallan cuando ya no pueden más anhelando en el fondo esas atenciones que solo mamá y papá pueden ofrecer...
Pero en ocasiones, el que no llora, ni mama, ni nada.