miércoles, 31 de agosto de 2011

Rabietas

Los temidos berrinches suelen llegar a todos los niños entre los dos y los tres años de edad, aunque también es frecuente que empiecen unos meses antes de los 2 años y que se prolonguen pasados los 3 años. Como se sabe, es una etapa normal, una especie de “adolescencia del bebé” por la que hay que pasar y que pone a prueba los nervios hasta de los padres más pacientes.
Crianza con Apego

Sin entrar a valorar el origen de las rabietas, que puede ser muy diverso, en mi humilde opinión creo que la mayoría provienen de sentimientos de frustración que experimenta el bebé y que no sabe cómo canalizarlos. Hay expertos que dicen que mejoran sensiblemente una vez que el niño adquiere más soltura con el lenguaje pero yo no estoy del todo de acuerdo, pienso que se pueden seguir dando con igual o incluso más intensidad.

Las rabietas son unas explosiones incontrolables de furor, son muy intensas y están cargadas de emoción, el niño lo vive como si en ello le fuera la vida entera. Son momentos muy desagradables y nos desconciertan grandemente tanto a adultos como a niños llegando incluso a crispar los nervios. A los adultos nos queda el poder pasar por ellas lo más dignamente posible y no es fácil.

Crianza con Apego
El detonante puede ser cualquier nimiedad y una vez pasados unos minutos de rabieta es posible que hasta el propio niño olvide el por qué se inició. Son muchos los expertos que recomiendan actuar con indiferencia hasta que por sí sola la rabieta se pase para hacer ver al niño en cuestión que no consigue nada de los padres actuando así.


A mí, este modo de mantener distancias y cierta frialdad nunca me ha salido y no creo que sean maneras de tratar a un niño que realmente en ese momento está sufriendo, aunque reconozco que no existe fórmula mágica ante las rabietas y que quizás lo que nos fue útil en una no nos sirve en otra.

Mi hija no ha tenido muchos berrinches, aunque los más terribles han sucedido siempre de noche y más bien ligados a sus problemas para dormir, pero cuando esto ha ocurrido siempre he tratado de ser lo más empática posible con ella, y cuando nada funciona sí he tenido que dejar que llore a gusto para luego intervenir consolándola. Hay muchos niños que en el momento del berrinche no soportan que se les acerquen sus padres, lo cual es difícil de digerir para unos padres que han criado siempre con respeto y apego. Y es que en ocasiones sí es bueno tomar distancia y calmarse también el adulto si vemos que no vamos por buen camino.

Crianza con Apego

Las rabietas dejan “mal sabor de boca” es por ello que cuando las aguas vuelven a su cauce no hay que escatimar en mimos que ayuden a borrar el mal trago. Y si se puede mantener una conversación con el niño acerca de lo que ha pasado es aún mejor para que ellos mismos vayan aprendiendo a conocerse.

sábado, 27 de agosto de 2011

Lo estaré haciendo bien?

Esta es la típica pregunta que nos suele asaltar de vez en cuando a los que tenemos hijos en edad de criar. No importa mucho el camino que hayamos escogido, las dudas razonables suelen aparecer irremediablemente. Y es que la crianza tiene sus luces y sus sombras, nadie nace enseñado a ser padre y sabemos que hasta si ponemos todo nuestro empeño en hacerlo lo mejor posible siempre puede haber fallos.

Y quizás en el hogar nos sentimos seguros y reafirmados en lo que estamos haciendo pero una vez que salimos al resto del mundo surgen comparaciones, comentarios, que nos pueden hacer tambalear en nuestras convicciones.
A esto hay que añadir que somos también fruto de la educación que un día recibimos de nuestros padres y que ya sea para reproducirla o para cambiarla esta memoria será siempre un espejo en el que de cuando en cuando nos miraremos para bien o para mal.

Pero es aún más fácil que las dudas nos surjan si además observamos que somos bastante diferentes de lo que mayoritariamente se ve en nuestro entorno, cosa que suele ocurrir en una crianza con apego, ahí sí que a pesar de lo muy seguros que nos sintamos, nos preguntaremos quizás más frecuentemente“lo estaré haciendo bien?”

Tampoco es algo malo cuestionarse, ya que en casi nada suele haber verdades absolutas, es bueno de vez en cuando para sacar conclusiones que nos permitan avanzar y mejorar.


A pesar de todo creo que la respuesta la tienen los niños, si ves a tu hijo feliz, contento, seguro y que además según va creciendo ves cómo va dando esos frutos que secretamente esperabas, es señal de que lo estás haciendo bien. En ocasiones, a mí me ha pasado, tenemos incluso la sorpresa de que la respuesta no viene solamente de los propios hijos sino de niños ajenos. Muchas veces estando con mi pequeña en los parques, jugando y disfrutando, hemos visto niños que se nos han acercado y se han quedado curiosos, observándonos con una expresión entre sorpresa y añoranza que me ha hecho decirme a mí misma ”pues sí, lo estoy haciendo bien”.

El criar con apego a un niño es darle lo que más necesita, el calor y la cercanía, que le hará desarrollarse en plenitud.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Agitación del amamantamiento

Llevo más de 34 meses amamantando y hasta hace bien poco desconocía este tema!!! dí con este término por casualidad buscando posibles respuestas a la incomodidad que sentía últimamente al dormir a mi hija por las noches al pecho como siempre hago...

Parece ser que se trata de un malestar que afecta a bastantes mujeres que amamantan a sus hijos y que se da en dos casos principalmente: aquellas madres que dan el pecho estando embarazadas y aquellas madres que experimentan una lactancia prolongada, más allá de los dos años.

De repente, en algún momento se empieza a sentir rechazo a la hora de dar el pecho, una repulsión diríamos que no viene de la mente en sí sino que es algo visceral, físico, dando como resultado que resulte harto irritante para la madre amamantar en ese instante. En ocasiones se llega incluso a apartar violentamente al niño porque no se aguanta más la situación. Aquellas que lo han vivido lo describen como una sensación muy desagradable que te invita a salir corriendo...
He indagado buscando más información llegando a la conclusión de que es un tema del que poco se sabe y poco se habla, en las guías de lactancia nunca he visto nada al respecto. En cuanto a las posibles causas, unos apuntan a que puede tener un origen hormonal provocado por la succión de un niño mayorcito, otros hablan del posible subconsciente de la madre que puede provocar esta situación y hay quien dice que puede ser la propia naturaleza la que considera que ha llegado el momento de destetar, este comportamiento se aprecia en muchos mamíferos: una madre que aparta a unos cachorros para dejar la teta a otros...

Esto puede dar lugar a que la madre se sienta tremendamente culpable pues su voluntad es la de seguir dando el pecho a su hijo pero el cuerpo le pide otra cosa. Para la madre resulta algo ilógico experimentar esta “agitación”: cómo es posible que no soporte tener a su hijo al pecho si se lo ha venido dando con alegría desde que nació?

Parece ser que la agitación del amamantamiento es más frecuente en las tomas nocturnas y aunque muchas veces preconiza el fin de la lactancia, también puede ser una situación pasajera que se subsana por sí sola continuando después la lactancia con normalidad.

En mi caso no sé si ha sido una auténtica agitación del amamantamiento lo que he experimentado hace un par de semanas o si ha sido simplemente un malestar como consecuencia de las altas temperaturas, me resultaba imposible dar el pecho con normalidad a mi hija por las noches y hemos sufrido las dos de la situación, parece que ahora ya ha vuelto todo a la normalidad.

De todas formas alivia saber que es algo que muchas mujeres sufren alguna vez durante la lactancia y que es perfectamente normal.


domingo, 21 de agosto de 2011

La desnudez de los niños

Existe una costumbre bastante extendida de dejar desnudos a los bebés y niños pequeños en sitios públicos como la playa y las piscinas. Cada vez que acudimos a uno de estos sitios nos encontramos con niños de uno, dos y hasta cuatro años o más desnudos.

Pues bien, a mí esta costumbre no me gusta nada y esto es por supuesto una opinión puramente personal.
Considero que debemos proteger el cuerpo de nuestros niños de miradas ajenas desde la más tierna edad y enseñarles también a ellos a respetar su propio cuerpo, a cuidar su intimidad.

Yo siempre he procurado mantener a mi hija vestida en público, desde bebé hasta este verano con dos años y medio. En piscina siempre con el bañador y al salir, un cambio rápido (¿sería demasiado llevarla a las cabinas?), por supuesto, a su edad aún no tiene conciencia de las diferentes dimensiones del cuerpo aunque como es muy intuitiva y confía plenamente en mí algo intuye sobre la importancia de permanecer vestida en sociedad.

No somos dueños de nuestros hijos para dejarlos ir desnudos por ahí ante la mirada de cualquiera, como si fuesen muñequitos graciosos, es un aspecto más que hemos de cuidar. Ellos no son conscientes de la importancia de la desnudez pero nosotros sí.

Cuando en la primavera empecé a visitar colegios, en uno de ellos me llevé la sorpresa de ver que el cuarto de aseo contiguo al aula poseía tres WC en línea sin separación alguna, cuándo pregunté el porqué simplemente me dijeron que los niños de preescolar aún eran pequeños...de hecho yo fui la única sorprendida del grupo de padres que realizábamos la visita, es que con los peques todo vale?

Inculcar a nuestros hijos que ellos son los únicos dueños de su cuerpo es protegerlos.  

sábado, 20 de agosto de 2011

El sueño de los niños

Es conocido que los bebés recién nacidos tienen un ritmo de sueño muy diferente al nuestro, los padres recientes más o menos saben que su vida va a ser muy distinta en ese sentido al menos los primeros meses y lo suelen afrontar como pueden. Más tarde los bebés van alargando el número de horas nocturnas de sueño y acortando las siestas diurnas. En casi todas las guías infantiles convencionales suelen aparecer una serie de recomendaciones para procurar un sueño del bebé de calidad y así un descanso para todos los miembros de la familia: que si ponerlo a dormir siempre a la misma hora en una habitación tranquila con la temperatura adecuada etc, todos hemos leído parecidas versiones del mismo tema.


Es cierto que los bebés que duermen muy bien existen como también lo es que muchos no llegan a dormir bien ni siquiera con uno, dos o tres años de edad y esto puede llegar a suponer un problema para muchas familias pues el descanso es salud. En este caso los padres van buscando soluciones que les permitan tener noches más tranquilas: el colecho es una de ellas y el método conductista (Estivill) otra, aunque pueden existir más...

No es mi intención criticar aquí a los que han seguido el método de controlar los tiempos y los lloros de los bebés para procurar no solo que el bebé duerma toda la noche de un tirón sino que además sea capaz de iniciar él solito el sueño, pero sí digo que dicho método es contrario a los principios de una crianza con apego que precisamente se basa en dar seguridad a los niños y no creo que de esta manera se consiga. Puedo respetar a los que así lo han hecho aunque no lo comparto, por otra parte tampoco garantiza resultados...Además existen serios estudios sobre las posibles secuelas emocionales que deja en los niños. Es para pensárselo más de una vez antes de aplicar este método.

El colecho, compartir el dormitorio o la propia cama con el niño, sí es más acorde a una crianza con apego y respetuoso con las necesidades de los niños. Aunque he de decir que tampoco hay que esperar milagros ya que este modo de dormir no es ningún método en sí sino la manera de conjugar descanso con atender más cómodamente las necesidades de estos niños que se despiertan varias veces en la noche: al tenerlo al lado podemos ofrecerle consuelo, pecho, etc sin necesidad de movernos de la habitación. Ellos se sentirán seguros y protegidos y los padres también, es muy grato sentir a nuestro hijo cerca y comprobar que está bien, de hecho, hay numerosas familias que optan por el colecho no como solución a malas noches sino por convencimiento de que es lo mejor para los niños o por puro placer. Hay numerosos estudios que hablan maravillas de esta práctica que no suele estar muy bien vista. Tampoco son todo ventajas en el colecho, hay familias a las que no les resulta tan cómodo dormir así.

En cualquier caso el sueño infantil problemático puede resultar algo difícil de gestionar y lo que cabe es esperar que por sí solo se solucione, Rosa Jové, experta en sueño infantil, sostiene que el sueño es un proceso evolutivo, así que con el tiempo todos los niños terminarán durmiendo bien.

jueves, 18 de agosto de 2011

Educar desde la cuna

Mucha gente piensa, quizás observando la mala educación de ciertos jóvenes de hoy en día, que los padres han hecho dejadez de la obligación de educar a los hijos y en muchos casos no les falta razón. Se oye a menudo que a los niños hay que educarlos “desde la cuna”.

Si hablamos de educar en sentido amplio, hacerlo desde que nace el bebé para mí se traduce en cuidarlo, estar atento a sus necesidades tanto básicas como emocionales. Cada vez que atendemos el llanto de un bebé, pasamos tiempo con él, lo mimamos etc, le estamos haciendo sentir lo importante que es para nosotros, y se sentirá querido, seguro y respetado. Y lo estaremos educando en el amor y en el respeto. Estaremos poniendo los cimientos de la educación que recibirá a lo largo de su vida.

Pero veo que mucha gente cree equivocadamente que“educar desde la cuna” se traduce en adiestrar a un niño desde bebé y esto se consigue entre otras cosas haciéndole sentir que no solo puede sino que debe esperar, que su llanto no es tan importante, ofreciéndole recompensa o castigos según agrade o no su comportamiento... en este sentido educar desde la cuna me parece un despropósito. En un bebé desde que nace hasta más o menos los 18 meses es prioritario su cuidado y su atención. Sería inútil decirle a un bebé de meses " no grites así que molestas".

Más tarde los niños van adquiriendo más herramientas, una de ellas el lenguaje, y será el momento de irles iniciando en la vida en sociedad, les podremos explicar por qué unas cosas se pueden hacer y otras no y lo entenderán. Así mismo irán recibiendo una instrucción en conocimientos que se adapte a su nivel de comprensión paulatinamente. Porque con esta moda de que hay que educar desde la cuna parece que hay que inscribirlos en academias desde bebés!

La crianza de un niño es además de educar muchas otras cosas: alimentar, cuidar, proteger, guiar, instruir...y esta aventura comienza incluso antes de la cuna.

lunes, 15 de agosto de 2011

El cuarto de juegos | Juego libre

Cuando esperamos un bebé solemos ir preparando durante el embarazo lo que será su habitación y esa ocupación nos llena de ternura y alegría. Pensamos cómo dormirá en ella y lo mucho que jugará. Procuramos que sea lo más bonita posible y que no falte de nada. A veces la misma habitación será también la destinada a jugar y en otras ocasiones se habilita otra pieza para ser usada como cuarto de juegos.

Luego llega el bebé y por la propia experiencia vamos viendo si se cumplen las expectativas o no, y si finalmente esas habitaciones se usan para tales fines o no...

No hablo aquí de niños mayores, de 6 o 7 años, que normalmente suelen dar bastante uso a sus habitaciones, invitar a amiguitos y demás.


Es muy natural que el bebé o niño pequeño prefiera jugar no en el famoso cuarto de juegos sino en el salón, en la cocina o incluso en el baño, allá donde se encuentren la mamá, el papá o sus hermanos. Así nos sorprenden trasladando sus juguetes de una a otra pieza con extraordinaria fuerza y decisión o simplemente entreteniéndose no con juguetes sino con lo que encuentren por ahí siempre y cuando se sientan acompañados por aquellos a quienes más necesitan.
Luego están las familias que ante esta situación intentan de todas las maneras que el niño entienda finalmente en qué habitación ha de jugar y las que, como ha sido mi caso, acaban asumiendo esta necesidad de estar acompañado y no ponen reparos en que toda la casa se convierta en su “cuarto de juegos”.

A veces estamos tan influenciados por lo que hemos visto en películas, revistas, etc, donde se nos presentan maravillosos cuartos infantiles que cuesta ver que muchas veces la realidad es otra. Los niños necesitan espacio para moverse libremente y necesitan sentir la compañía, el calor del hogar. Más aún, permitiendo esa libertad de disponer de la casa respetamos también su imaginación, el juego libre no se puede circunscribir a las cuatro paredes de un cuarto, por muy grande que éste sea.

A mí no me molesta que mi hija traslade sus juguetes de un lado para otro, me agrada tenerla a mi lado, eso sí, al final del día procuro que recoja. Comprender y respetar sus necesidades es básico así como ir responsabilizándolos de tareas a su alcance.

A medida que van creciendo irán dando más valor a su cuarto, su lugar de intimidad, ahora mi hija ya pasa algunos ratos entretenida en su habitación. Pero lo que los niños necesitan es una casa, no una habitación.

viernes, 12 de agosto de 2011

Niños en verano: Operación pañal

Hoy quiero comentar esa costumbre tan extendida de dejar sin pañales a los bebés que están en torno a los 18 meses cuando llega el verano y que se llama "operación pañal".

Se entiende que se haga en verano, porque es mucho más cómodo para los padres dada la escasa vestimenta que llevan los niños por el calor, pero lo que no me parece razonable es que se haga en verano sí o sí incluso si no ha llegado el momento para el bebé.

Así que nada, llega el verano y fuera pañales! Y añado: pase lo que pase. Porque si el bebé aún no ha llegado a ese momento madurativo de poco sirve que le quitemos el pañal y los percances se sucederán irremediablemente.
Y si los “accidentes” suceden en el hogar de cada uno, se asumen y punto, pero ¿por qué tenemos los demás que soportar “accidentes” en lugares públicos como la piscina o el autobús? Me parece una postura muy egoísta y desconsiderada para con los demás (por supuesto no me refiero aquí a un “imprevisto” que se puede dar en cualquier momento tanto en niños como en adultos).

Usamos pañales desde que nuestros hijos nacen por higiene y comodidad principalmente, pero: corresponde a nosotros decidir el momento de dejar de usarlos? De hecho a mí particularmente siempre me ha parecido un tanto ridículo hablar de “operación pañal”. En cierta ocasión alguien me dijo: “ Así es, llega un momento en que le tienes que quitar el pañal y ármate de paciencia para limpiar todo el día la casa...” También puedes quitar el pañal a un niño de 6 meses y limpiar la casa durante más de un año...

Yo prefiero hablar de que el niño ha dejado el pañal o está dejando los pañales, me parece más apropiado y más respetuoso. Cuando un niño es capaz de controlar sus esfínteres ha llegado el momento de dejar el pañal y no antes.

De poco sirven además castigos o recompensas en algo que es tan natural como aprender a caminar o a hablar. Todos los niños acabarán dejando el pañal, unos antes otros más tarde. Entretanto si lo que se quiere es que el niño vaya fresquito por casa no pasa nada como tampoco pasa nada por ponerle un pañal al salir y así evitar los “escapes” producidos precisamente porque el bebé aún no controla.




jueves, 11 de agosto de 2011

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Recuerdo que cuando leí “Bésame mucho” del doctor Carlos González, me llamó mucho la atención la visión que el doctor daba sobre el énfasis que ponemos los adultos en que los niños compartan sus juguetes y cuán absurdo es este anhelo! Antes de leer este libro yo habría opinado como la mayoría de la gente pero después me di cuenta de lo ridículo de la situación y cómo puede llegar a ser frustrante para el niño.

Más tarde, observando el comportamiento de los niños y de sus padres en los parques y el de mi propia hija, no puedo estar más de acuerdo en lo absurdo que es obligar a los niños a compartir sus juguetes.

Mi hija suele bajar al parque algún que otro juguete por el que ella siente especial predilección y yo tengo por norma no inmiscuirme en los juegos que ella inicia a no ser que me reclame, como tampoco me gusta intervenir en caso de alguna desavenencia con algún otro niño. A mi hija no le suelen atraer los juguetes de los demás, nunca los coge, incluso los rechaza si se los ofrecen. Por otra parte, ella no suele dejar sus juguetes, estos que le son especiales, a ningún niño. Esto me lleva en ocasiones a tener que poner un poco cara de póker cuando se presentan situaciones como la última: un niño, muy cercano en edad a mi hija, le pedía insistentemente a mi niña una de sus figuritas, a lo que ella se negaba. Después de tantas negativas por parte de mi hija, el niño acudió a mí, al ser su madre, esperando que yo interviniese en su favor, cosa que no hice, le dije que esos juguetes eran de ella y no míos así que no me correspondía a mí el dejárselos y que lo sentía mucho. A lo sumo le hice ver a mi hija la posibilidad de dejárselos al niño pero ella se mantuvo en sus trece, en otras ocasiones sí ha llegado a dejar alguna cosa pero estas figuritas...son sagradas para ella!


Sé que el padre del otro niño hubiera esperado de mí otra conducta, que es lo que normalmente hacen la mayoría de los padres: hacer pasar los intereses de los demás niños antes que los del propio hijo porque es lo que está bien visto socialmente. Porque nadie quiere dejar evidencias de que está criando a su hijo en el egoísmo. Si es que los adultos, somos la mar de generosos...!


Yo pienso que no podemos esperar de niños de corta edad comportamientos de gente madura. Ellos están aprendiendo a vivir. Primero a conocerse ellos mismos para luego llegar a abrirse a los demás.
Como en todo en la vida, cuando llegue el momento en que interese compartir algo lo harán. Porque normalmente es así: compartimos porque nos interesa hacerlo y si no, no lo hacemos.


Más tarde, el niño acabó quitándole una figurilla y aunque mi hija intentó evitarlo, no lo consiguió, ella aún no sabe defender muy bien sus intereses... aunque tampoco protestó, lo aceptó estoicamente. Tampoco esta vez intervine, y eso que pienso que coger las cosas de los demás sin permiso es más feo aún que no compartir. Al final mi hija tuvo que “compartir”, me supo mal, pero creo que corresponde a mi hija gestionar este tipo de situaciones.


Sentada en el banco del parque, al lado del padre de la otra criatura, no dejaba de pensar en lo embarazoso de la situación y la idea que este hombre se haría de mi tipo de crianza, con lo fácil que habría sido darle yo misma a su niño una de sus figuras...Al final, el niño se acercó a su padre y le dijo: “hay que compartir, verdad papá?” a lo que el padre sentenció:”sí hijo”, y yo pensé:”Pues nada, como hay que compartir, compartámos a la fuerza! Qué fácil es compartir las cosas de los demás...”

martes, 9 de agosto de 2011

Mamitis

En las teorías de John Bowlby, para el bebé desde que nace es primordial establecer un vínculo seguro con la persona que se va a dedicar a su cuidado, idealmente y normalmente es la madre, porque así viene “programado” por la propia naturaleza, pero el apego se puede llevar a cabo por el padre o incluso un cuidador. Es a través de esta persona que le proporciona seguridad , que el niño se lanzará a descubrir el mundo.

Coloquialmente, se suele hablar de “mamitis” cuando la gente observa a un bebé o un niño de corta edad que no se despega de las faldas de su madre o que requiere su atención constantemente siendo indiferente a los reclamos de otras personas de su alrededor. Pues bien, esta “mamitis” no es otra cosa que la necesidad que experimenta el niño de estar próximo a su madre, con la que ha establecido o desea establecer dicho vínculo.

Es algo totalmente natural esta necesidad y lo natural sería dar al niño la respuesta que busca y atender a sus demandas. No olvidemos que las tesis sobre el apego nacen de la observación de niños que habían crecido sin él. Niños con fuertes inseguridades y escasa autoestima que se habían visto privados de la presencia de la madre desde la más tierna edad.

Mi hija y yo hemos creado este fuerte vínculo y la verdad es que estoy orgullosa de ello. No por estar apegada a mí es una niña timorata como pueden pensar algunos, pero sí es una niña precavida que prefiere dejarse guiar por su madre en situaciones que le puedan desconcertar, como puede ser estar con gente que acaba de conocer, ir a un sitio nuevo...pero es luego una niña que confía abiertamente en sus posibilidades, bastante independiente y con mucha personalidad.

Claro que he tenido que escuchar muchas veces en boca de muchas personas:” esta niña tiene mucha mamitis” y normalmente no me ha importado, ya que no suelo ser demasiado puntillosa y se suele decir medio en broma e incluso cariñosamente según de quién venga. A veces hasta yo misma me he sorprendido hablando de este modo de mi propia hija como disculpándola por estar tan apegada a mí...y luego me he arrepentido, pues el término en cuestión no acaba de gustarme por muy popular que sea.

Lo que ya no me agrada en absoluto es que se diga en tono burlón o despectivo, es lo que tiene esta sociedad, que en ocasiones es despiadada con las necesidades de los más pequeños.

Pero para colmo, recientemente he descubierto, para tortura mía, una nueva forma de emplear la palabra y es la “mamitis” aplicada a la mamá que cuida de su hijo. Hay quien no soporta ver a una madre dedicada a satisfacer las necesidades, que no caprichos, de sus hijos y me pregunto por qué prefieren denostar esta labor :“ no, si la que tiene mamitis no es tu hija, sino tú”, incluso algún atrevido hay que habla de “hijitis”!

Prefiero quedarme con las palabras de John Bowlby :“un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas le da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y le alimenta a valorar y continuar la relación”.

domingo, 7 de agosto de 2011

Dejad que los bebes se acerquen a la cocina

Hay mucha gente que piensa que los bebés y los niños no pintan nada en la cocina y que es mejor mantenerlos alejados de ella, ya sea por razones de seguridad o simplemente para evitar que molesten a quien está realizando las tareas culinarias.

Desde que nació, mi hija ha necesitado de mucho contacto físico y visual con su madre, en los primeros meses solía ponerla a descansar en su coche de paseo acompañándome allá donde yo estuviese. Según fue cumpliendo meses y ganando en movilidad, era muy infeliz si la dejaba en el parque (corralito) aunque oyese mi voz y pudiese verme ya que ella necesitaba estar lo más cerquita de mí posible. Así que resultó un buen truco ponerla en la trona, donde estaba segura en la cocina, mientras yo realizaba las tareas, de esta manera ella estaba tranquila y además se fue familiarizando con todo lo que implica cocina: lavar los alimentos, prepararlos, cocinarlos, recoger después...

Ya entonces hubo quien me recriminó que la niña estuviese conmigo en la cocina, “por su bien”, porque no es un lugar adecuado para los niños ya que está lleno de peligros, etc, Yo no pongo en duda que haya peligrosidad, es evidente que hay que mantener unas precauciones, la más básica procurar mantener alejados a los niños de los fogones, pero siendo precavido creo que la cocina es un espacio para compartir con los adultos como cualquier otro en el hogar.

Además, en mi opinión, se crea un entorno más seguro si se muestra a los niños todo lo que hay a su alrededor que si les escondemos las cosas y andamos con misterios ridículos. Por otra parte, de la observación y de la cantidad de tiempo que pasemos con nuestros hijos vamos viendo de qué son capaces y hasta dónde pueden llegar sin menoscabo de su integridad física.

Más tarde, sobre los 18 meses, la empezamos a hacer partícipe de pequeñas tareas a su medida, como desenvainar guisantes, preparar su papilla, batir huevos, mezclar masas y todo aquello que veíamos apto para ella. Hoy sigue disfrutando mucho en la cocina y nosotros con ella. Las tardes lluviosas disfrutamos mucho haciendo rosquillas o bizcochos. Y también le encanta lavar los platos!
Observando a mi hija, nunca me he arrepentido de colmar sus necesidades “de apego”; además la cocina es una fuente inagotable de aprendizaje no solo gastronómico sino que abre infinitas posibilidades en otros campos: en la cocina podemos iniciar a nuestro hijo en el mundo de las formas, los colores, los números...y resulta de una gran ayuda para desarrollar la habilidad de sus manitas, lo que hoy en día se ha dado en llamar motricidad fina. Ni que decir tiene que también de esta manera se sienten involucrados en las tareas del hogar desde pequeñitos, si les hacemos ver que su ayuda nos es útil, reafirmamos su autoestima. Los niños aprenden siempre del ejemplo que les demos y qué mejor ejemplo para una vida saludable que participar en la cocina?

viernes, 5 de agosto de 2011

Niños en el verano | A la playa

No descubro nada a nadie si digo que por regla general los niños desde muy pequeños disfrutan mucho en la playa. Para ellos jugar con la arena seca o mojada, es una de las cosas más divertidas que existen y suelen quedar fascinados por la inmensidad del mar y el vaivén de las olas.

El primer verano de mi hija en la playa, no se enteró de mucho pues estaba casi siempre dormida, tenía cerca de 9 meses, pero el anterior y este último ha disfrutado enormemente de los momentos playeros. Eso sí, como hacemos siempre con ella, a su ritmo, sin presiones, respetando sus temores y compartiendo su alegría y descubrimientos en torno al mundo del mar. He de decir que mi hija es bastante friolera y que tiene un cierto respeto innato al agua, además no le suele gustar mojarse la cabeza en exceso, de momento.

Recientemente, estando en una playa norteña en nuestras últimas vacaciones pude observar una escena que me resultó casi repulsiva. Un joven padre acompañaba a su hija bebé de unos 16 meses, al principio les observé encantada de ver cómo jugaban un padre y su hija, me parecía una tierna estampa pero después el juego que inició el padre con la pequeña me sorprendió bastante, el papá en cuestión se dedicó a dibujar un círculo en la arena mojada quedando en el medio la pequeña y después empezó a arrojarle montoncitos de arena mojada a la cara, los ojos y al pelo principalmente sin importarle que ese “juego” parecía incomodar a la niña, que iniciaba una tímida protesta desoída por su progenitor. Mi hija se quedó también atónita contemplando esta escena.

Supongo que su intención no era otra que la de ir acostumbrando a su hija al mundo playero pero a mí me pareció falto de delicadeza y de respeto. Me hizo recordar, salvando las distancias, a esas escenas que todos hemos visto en películas sobre la Edad Media en la que algún desgraciado sufre castigo de humillación en el medio de una plaza pública, mientras los aldeanos le arrojan todo tipo de inmundicias...

No creo que existan muchos adultos dispuestos a soportar estos métodos o es que por ser niños todo vale?
En fin, esto me hace reflexionar sobre cuán diferentes somos unos de otros al enfocar la crianza y educación de nuestros hijos.

Entretanto sigamos disfrutando de la playa, que hace las delicias de pequeños y grandes.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Construyendo el apego

Construir un vínculo que dé seguridad a nuestro hijo no es algo que se pueda improvisar, es una tarea que requiere de grandes dosis de paciencia, madurez y sobretodo tiempo.
Voy a intentar dar aquí unas pautas sobre las que creo que se puede ir construyendo este apego:
El apego tiene que ver con:
  • respetar la necesidad que el bebé siente desde el principio de contacto físico, aquí entraríamos a hablar de tomar al bebé en brazos, acariciarlo, dormir cerquita de él para que no se sienta solo, arrullarlo, cantarle canciones y cómo no, amamantarlo.
  • proporcionar a nuestro hijo la seguridad que reclama; es decir, no dejarlo con extraños si ello le hace sufrir, ayudarle a dormir si lo necesita con cariño y dedicación, sin que se sienta solo o desamparado.
  • atender al bebé/niño cuando reclama nuestra atención, un bebé no sabe de esperas y se angustia aún más si sus necesidades no son atendidas en el momento; por supuesto que si no hay otro remedio y tiene que esperar lo hará pero es muy cruel no acudir a su llamada deliberadamente, creyendo que así lo vamos adiestrando para que aprenda a esperar.
  • tener empatía, intentar comprender a nuestro hijo en cada situación, “ponerse en su piel” para indagar por qué se siente de tal o cual manera o actuó de tal modo...en lugar de dejarse llevar por la fácil idea de que los niños son unos caprichosos que solo buscan manipular a sus padres.

En general, decir apego es decir respeto, un respeto íntegro a ese ser humano que es nuestro hijo desde que nace hasta el fin de sus días, con sus necesidades, sus humores cambiantes, sus frustraciones y sus logros. Los niños necesitan que estemos ahí en todo el proceso de desarrollo emocional e intelectual, acompañando sin manipular, ayudando sin agobiar, respetando sus ritmos de aprendizaje en las distintas facetas de la vida.

Por eso digo que se necesitan grandes dosis de paciencia, ya que los niños llevan un ritmo que difiere totalmente del nuestro, de madurez, porque tendremos muchas veces que anteponer sus necesidades a las nuestras y ello no siempre es fácil y de mucho tiempo que es el que nos lleva a conocer a nuestros hijos, cuanto más tiempo pasemos con ellos más lograremos conocer sus necesidades, su carácter y el entendimiento llegará a establecerse así como una relación de confianza mutua.

En mi caso he visto cómo este modo de actuar me ha llevado a un apego seguro que ha ido haciendo de mi hija un ser que confía en sus padres, que sabe que es valorada y respetada y que a su vez valora y respeta a los demás.

martes, 2 de agosto de 2011

¿Soy lactivista?

En muchos de los blogs que admiro y sigo sobre crianza he observado un bonito logo que representa a una madre amamantando a su bebé y que reza así:”soy lactivista”, por lo visto el lactivismo se define como “la defensa del derecho del bebé/niño a ser amamantado y de la madre a amamantar, a demanda, en cualquier lugar, sin miradas ni comentarios de desaprobación y hasta que el niño lo desee."
Al ver este logo y conocer la definición del lactivismo, mi primera intención fue la de sumarme yo también como madre que amamanta a su hija desde octubre 2008, pero después me he parado a reflexionar y me han surgido dudas, quizás porque siempre he sido un poco recelosa de los “ismos” por regla general...
Pero... ¿defiendo la Lactancia Materna?
Por supuesto que sí! considero la LM un derecho de cada niño al nacer, la leche materna es el alimento ideal que la naturaleza tiene dispuesta para el bebé, además de comportar numerosas ventajas para la madre también. Creo que dar el pecho es mucho más que dar un alimento, es dar calor, cariño, consuelo, es construir una complicidad única con su hijo, además de ser un excelente cimiento (que no el único) para una exitosa crianza con apego.
Defiendo que toda mujer embarazada sea informada sobre las maravillosas ventajas de amamantar a su futuro hijo, así como defiendo que el personal sanitario ayude de la mejor manera posible en el momento del nacimiento a que la Lactancia Materna sea iniciada con éxito.
También defiendo que no se ataque a ninguna mujer que por circunstancias esté dando de mamar a su hijo en público, aunque sobre lo de “en cualquier lugar” tengo una opinión particular que me reservo para otro post.
Entonces... ¿por qué no adhiero el mencionado logo en mi blog?


Como he señalado anteriormente me producen cierto rechazo los “ismos” porque se tiende a caer en radicalismos que no me convencen. El logo no me disgusta ya que me considero defensora de la Lactancia Materna, pero no me identifico con algunas maneras de llevar a cabo esa defensa.
Creo que la mayoría de las mujeres hoy en día están informadas de lo valiosa que es la Lactancia Materna y muchas no la practican porque sencillamente no quieren, no les apetece y lo respeto, si bien no deja de darme cierta pena cuando observo a madres que ofrecen un biberón a sus retoños de pocos meses, siempre pienso que esos bebés y esas madres se están perdiendo algo maravilloso. Pero yo no trataría de convencer a ninguna madre a no ser que sea requerida mi opinión o mi consejo al respecto.
Y es que tampoco termina de convencerme la frase “hasta que el niño quiera”, pues a mi entender, la Lactancia Materna es cosa de dos...
Y para aquellas mujeres que desean amamantar y desgraciadamente encuentran trabas, cuentan con mi apoyo.


En conclusión: Defiendo la Lactancia Materna pero no soy lactivista, claro que este amor que profeso por la LM me hace ver con cierta simpatía el lactivismo...