domingo, 31 de julio de 2011

Niños en el verano | A la piscina

Cuando llegan los meses calurosos uno de los “refugios” donde pasar varias horas del día con niños es la piscina. Nosotros solemos acudir a la propia de la parcela vecinal, es un buen sitio para relajarnos, jugar, refrescarnos y de paso que mi hija se vaya socializando con otros niños.

A mí me gusta observar el comportamiento de otras familias y comprobar cómo existen muy diversas formas de enfocar la crianza, el cuidado y la educación de los niños.

Así compruebo sorprendida cómo hay familias a las que no les importan mucho las advertencias en torno a los peligros del sol y son capaces de dejar a sus niños horas y horas expuestos a las radiaciones solares creyendo que con aplicar un poco de crema basta y que ni siquiera echan mano de un gorrito para proteger las cabecitas de sus hijos.

Otro comportamiento que se da en algunas familias es el de aquellos padres que se dedican a estar tumbados al sol dejando a los hijos pulular por el recinto con escasa vigilancia, confiados en que es suficiente con que el niño lleve puestos sus manguitos y que algún vecino siempre estará vigilante.

Existen también los padres que insisten en enseñar a nadar a sus pequeños haciendo caso omiso de sus protestas o burlándose de ellos si muestran temor al agua...

En fin, no pretendo ser juez de nadie, allá cada cual, pero yo creo que tales comportamientos están reñidos con una crianza respetuosa con el niño, y si no respeto, que podría ser discutible, sí están reñidos con la responsabilidad. No es porque llega el verano que todo vale! Me voy a descansar a la “pisci” y suelto a los niños por ahí...estamos hablando de niños muy pequeños, algunos casi bebés.

sábado, 30 de julio de 2011

“Cuando nace un niño nace una madre”

Hace tiempo que escuché o leí esta frase y se me quedó grabada en la memoria porque me gustó y además me pareció muy acertada. Cuando nace un hijo, el primero de una pareja, es cierto que nace una nueva madre y un nuevo padre. Unas personas que hasta entonces llevaban su vida de una determinada manera, se descubren en un nuevo rol que la nueva vida les reclama.

Cuando aún no tenemos hijos podemos imaginar cómo seríamos de padres, qué cosas haríamos y cuáles no con nuestros hipotéticos hijos, incluso a veces nos atrevemos a criticar conductas observadas en otros padres de nuestro alrededor...

Durante el embarazo sabemos que nuestra vida va a cambiar pero aún es todo un tanto nebuloso, nos dejamos llevar por ensoñaciones imaginando la carita de nuestro bebé, preparando el ajuar, fijándonos en la calle en otros padres que van de paseo con sus retoños o quedándonos embelesados al contemplar esas fotos tan idílicas de bebés y mamás que aparecen en las revistas de maternidad.

Es después, una vez que se produce el nacimiento cuando realmente nos convertimos en padres con todo lo que conlleva. Poco sirve lo que nos hayamos imaginado hasta entonces, llegar a casa con nuestro hijo, es una auténtica revolución.

Probablemente no cambia con la paternidad la esencia de nuestro ser, pienso que seguimos siendo las mismas personas solo que la experiencia de devenir padres despierta en nosotros emociones que desconocíamos hasta entonces. En cualquier caso, nacer como madre o como padre conlleva ciertos cambios que incluso son percibidos por la gente que nos rodea, es posible que nuestros propios padres, amigos, etc vean con sorpresa que actuamos de modo distinto a como solíamos hacer o incluso haciendo cosas que antes eran impensables en nosotros. Frases como “ ya no tengo mujer, se ha esfumado desde que ha sido madre”, o “esta amiga mía ha sido abducida por extraterrestres durante el parto”, dichas por supuesto de manera coloquial, reflejan los cambios que este nacimiento provoca en los nuevos papás.

Pasada la primera revolución, las aguas van volviendo a su cauce, se va recuperando poco a poco la vida que se hacía antes, unos pronto otros algo más tarde, también dependiendo de cómo se enfoque la crianza de ese hijo. Pero algo habrá cambiado para siempre: seremos padres hasta el final y ese hijo estará siempre en el centro de nuestras inquietudes.

Durante mi embarazo oí de una matrona esta frase también muy ilustrativa: “el embarazo es una enfermedad que dura 9 meses y una convalecencia de toda la vida”

viernes, 29 de julio de 2011

En torno a la lactancia prolongada

Si uno busca por ahí a qué se refiere exactamente el término lactancia materna prolongada (LMP), probablemente no encontrará una respuesta unánime; hay quien habla de que se llega a ella pasado el primer año de vida del bebé o incluso teniendo en cuenta el ritmo de vida actual, hay quien afirma que la Lactancia Materna Prolongada se produce si se continua amamantando pasados los 6 meses! Aunque sí parece que los expertos en estos temas se inclinan a considerar que hablamos de Lactancia Materna Prolongada una vez pasados los dos primeros años de vida del bebé. Más aún si tenemos en cuenta las indicaciones de la OMS en esta materia, que hablan de que los bebés deberían ser amamantados hasta un mínimo de 2 años.


En mi humilde opinión, basada en la experiencia personal y en la observación de la sociedad en la que vivo, creo que se puede hablar de Lactancia Materna Prolongada una vez pasado el primer año y si no es prolongada en términos científicos, sí se puede hablar ya de una larga lactancia.
Recuerdo que bien antes de quedarme embarazada yo misma estaba muy sorprendida cuando una buena amiga me contaba que había dado el pecho a sus dos hijas por espacio de 22 meses a una y unos 18 a la otra. Aquello yo no era capaz de entenderlo, me parecía algo extraño estar tantísimo tiempo amamantando, si bien mi actitud fue de total respeto en aquel entonces. Más tarde, cuando estaba ya embarazada de mi hija, recibí la información que se da a toda mujer encinta sobre los beneficios de la Lactancia Materna y no tenía duda de que lo mejor para cualquier bebé era la leche de su madre, así que deseaba poder ser capaz de amamantar a mi hija, pero aún así seguía sin concebir una lactancia prolongada y no me imaginaba dando pecho más allá de 4 o 6 meses...

Después nació mi hija y empezamos el camino de la lactancia sin grandes problemas y con muchas satisfacciones. Los meses fueron pasando y pasando y sin haberlo buscado expresamente voy camino de 3 años de lactancia! El pecho ha sido para ella alimento, sueño, calor, nido, consuelo, amor y un sinfín de cosas más. Para mí ha sido la seguridad de que le estaba dando lo mejor y una maravillosa experiencia en general.
Cuando pienso en todo este período de lactancia que he vivido me quedo con lo positivo pero he de decir que no soy tampoco como esas mujeres que alardean del tiempo que llevan amamantando como si se tratase de ver quién llega más lejos, para mí ha sido algo inesperado el llegar a este punto y es algo que valoro como un regalo que nos ha dado la vida a mi hija y a mí aunque no exento de alguna que otra desavenencia, ya que una Lactancia Materna Prolongada tampoco es un camino de rosas, y creo que cualquier mujer que lo haya vivido podría manifestarlo con sinceridad..

Al día de hoy sigo dándole pecho a mi hija encantada pero en ocasiones anhelo volver a recuperar mi cuerpo solo para mí y es que cuando se experimenta una Lactancia Materna Prolongadalas emociones y vivencias son muy variadas. He sabido de casos en los que la lactancia se ha prolongado más allá de los 6, 7 años y sinceramente, espero no llegar a tanto.
De todas formas ya no es algo que pueda chocarme como antes, pero sí entiendo que a mucha gente le produzca extrañeza e incluso rechazo la Lactancia Materna Prolongada, creo que es algo que raramente se puede comprender si no se ha vivido en primera persona.

miércoles, 27 de julio de 2011

Un vínculo seguro

La teoría del apego de la que su máximo exponente es John Bowlby habla de la importancia que tiene para los seres humanos desde el principio de su existencia, de tener un vínculo seguro con la persona que se encarga de su cuidado, idealmente la madre.

Un vínculo seguro es necesario para que un niño se sienta protegido y querido y de esta manera poder afrontar los retos que le irán surgiendo en la vida.

Respetar esta necesidad solo puede fortalecer el conocimiento mutuo del niño y sus progenitores, facilitar las relaciones interparentales y ofrecer un inmejorable comienzo en esta vida al nuevo ser.

En mi humilde experiencia he de decir que sin conocer de la existencia de esta teoría, la he puesto en práctica desde el principio, de manera instintiva como imagino muchos de vosotros. Quizás ayudó el hecho de que mi hija fue desde siempre un bebé muy demandante y por ello siempre estaba pendiente de satisfacer sus necesidades antes incluso que las mías.

De hecho, esta teoría dice que es el propio bebé con su demanda de brazos, mimos, lactancia el que clama así por la construcción de tal vínculo.

Esta forma de actuar a veces acarrea el soportar ciertas críticas de gente del entorno que no lo ve de la misma manera sino que piensan que a los bebés hay que ir haciéndoles entender cuanto antes que sus necesidades pueden y deben posponerse. Yo pienso que un bebé, un niño de poca edad no puede comprender como nosotros las cosas y cuando reclama al adulto es porque realmente lo necesita.

Crear un vínculo seguro lleva dedicación, esfuerzo y sobretodo tiempo, algo que a veces escasea en la sociedad actual. Y los resultados no son inmediatos aunque sí terminan por llegar y se ve que ha merecido la pena recorrer todo ese camino.

Un niño que ha crecido con un apego seguro será un niño que ha aprendido a confiar, a respetar y ser respetado, que tiene su autoestima elevada, que tendrá mucho que ofrecer a los demás y mejor aún: será un niño feliz.