lunes, 4 de junio de 2012

No escolarización | Balance de un año sin cole

En unas semanas el curso escolar 2011-2012 se dará por finalizado y creo que es buen momento para hacer un balance de nuestro particular “curso” ya que sé que sois muchos los que seguisteis con interés mi entrada sobre la escolarización a los 3 años. Hay gente a mi alrededor que con sana curiosidad me preguntan cómo me organizo, cómo es nuestro día a día... Lo cierto es que no hay mucha diferencia entre tener en casa a un niño de 2 años o a uno de 3.


Un año sin cole en www.crianzaconapego.com
Organización
Que no hagamos aún uso del cole no es sinónimo de estar en la cama hasta las 10, ver la tele toda la mañana y acostarse a las 12 de la noche...
Como todas las familias tenemos también una rutina diaria, que es la que encaja con nosotros y al mismo tiempo nos integra en la sociedad en la que vivimos.
La verdad es que no he hecho nada especial, he seguido un ritmo parecido al de siempre, mientras mi niña fue bebé: nos despertamos por la mañana, desayunamos tranquilamente, organizamos la casa y nos preparamos para salir a la calle básicamente a hacer la compra y al “recreo”, siempre que el tiempo lo permite, tenemos rato de parque compartido con algún que otro niño del barrio, suelen ser más pequeños que mi hija pero a ella le vale, al menos hasta ahora.
Después comemos, siesta, que como siempre es mi rato para hacer todo aquello que prefiero hacer con más tranquilidad (planchar, ordenador o descansar), después la merienda y más calle, parque o piscina y si es invierno, paseo o repostería o juego en casa o lo que se nos ocurra hasta la hora de la cena y de nuevo a dormir sobre las 22.30.

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Enseñanza
Otro de los temas que me preguntan es si yo le enseño cosas, en plan maestra casera, prefiero desarrollar este tema en otro post, tan solo diré que yo no le enseño nada que ella no desee saber, aprende del ejemplo, de la imitación, la colaboración y observación del mundo adulto.
Pero no dispongo de una hora en concreto en la que yo le dé alguna materia, hasta ahora todo ha sido improvisación, según su humor, su curiosidad, sus ganas...
Tengo en casa mucho material didáctico acumulado, la mayor parte han sido regalos hechos por familiares y amigos y en las dos lenguas. Algo hemos trabajado durante el invierno pero sin ninguna presión, por ejemplo a mi hija no le gusta nada dibujar pero ha completado dos cuadernos de grafías de números, conoce el abecedario, los números y está empezando a leer.
Sé que el día que vaya al cole las fichas no le sonarán a “chino” y no creo que tenga ningún retraso académico.

Presión social
La presión social se ha ido calmando aunque siempre hay algún desconocido que si nos ve por ahí en horas lectivas le dice a mi hija: “ hoy no has ido al cole?” a lo que contestamos que no y ahí suele quedar todo.
Como anécdota contaré que existe una señora un tanto entrometida, vecina de nuestro barrio que cree que la niña va a al cole y ni me he molestado en sacarla de su error, no tengo por qué ir dando explicaciones a todo el mundo...

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Un balance positivo de un año sin cole
Aunque hay momentos difíciles, como es natural y tengo poco tiempo para mí, vivir sin cole nos proporciona fundamentalmente libertad: de horarios, de viajar sin dar explicaciones, de enseñanza... y la seguridad de que hasta ahora no se está perdiendo nada por no ir, sino más bien al contrario.
Pero el balance no solamente es positivo para nosotros como padres sino también para nuestra hija, la vemos feliz con nosotros, aprendiendo, disfrutando de un día a día sin despertador, sin una socialización impuesta o unos objetivos de aprendizaje marcados. Creciendo en libertad con las únicas influencias que sobre ella podamos tener sus padres y abuelos. Respetada en su creatividad, en su cansancio o en su mal humor.
Y no se aburre? No me pide ir al cole? Sinceramente, cuando esas preguntas son formuladas estando ella presente, la dejo responder y su respuesta hasta la fecha es: No, ni me pide ir al cole ni se aburre en casa. Los ratos de aburrimiento existen como existen dentro de las aulas pero al final compensa.

Cuando decidimos no escolarizar a nuestra hija en primero de infantil, se abrió ante nosotros un “curso” alternativo, diferente y lleno de incógnitas. Hoy puedo decir que el balance es del todo positivo, tan positivo que vamos a repetir experiencia!