viernes, 5 de agosto de 2011

Niños en el verano | A la playa

No descubro nada a nadie si digo que por regla general los niños desde muy pequeños disfrutan mucho en la playa. Para ellos jugar con la arena seca o mojada, es una de las cosas más divertidas que existen y suelen quedar fascinados por la inmensidad del mar y el vaivén de las olas.

El primer verano de mi hija en la playa, no se enteró de mucho pues estaba casi siempre dormida, tenía cerca de 9 meses, pero el anterior y este último ha disfrutado enormemente de los momentos playeros. Eso sí, como hacemos siempre con ella, a su ritmo, sin presiones, respetando sus temores y compartiendo su alegría y descubrimientos en torno al mundo del mar. He de decir que mi hija es bastante friolera y que tiene un cierto respeto innato al agua, además no le suele gustar mojarse la cabeza en exceso, de momento.

Recientemente, estando en una playa norteña en nuestras últimas vacaciones pude observar una escena que me resultó casi repulsiva. Un joven padre acompañaba a su hija bebé de unos 16 meses, al principio les observé encantada de ver cómo jugaban un padre y su hija, me parecía una tierna estampa pero después el juego que inició el padre con la pequeña me sorprendió bastante, el papá en cuestión se dedicó a dibujar un círculo en la arena mojada quedando en el medio la pequeña y después empezó a arrojarle montoncitos de arena mojada a la cara, los ojos y al pelo principalmente sin importarle que ese “juego” parecía incomodar a la niña, que iniciaba una tímida protesta desoída por su progenitor. Mi hija se quedó también atónita contemplando esta escena.

Supongo que su intención no era otra que la de ir acostumbrando a su hija al mundo playero pero a mí me pareció falto de delicadeza y de respeto. Me hizo recordar, salvando las distancias, a esas escenas que todos hemos visto en películas sobre la Edad Media en la que algún desgraciado sufre castigo de humillación en el medio de una plaza pública, mientras los aldeanos le arrojan todo tipo de inmundicias...

No creo que existan muchos adultos dispuestos a soportar estos métodos o es que por ser niños todo vale?
En fin, esto me hace reflexionar sobre cuán diferentes somos unos de otros al enfocar la crianza y educación de nuestros hijos.

Entretanto sigamos disfrutando de la playa, que hace las delicias de pequeños y grandes.

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