miércoles, 7 de septiembre de 2011

Cochino!

“Mira que eres marrana!”, “guarro, más que guarro!”
 Estoy harta de presenciar en parques donde hay niños jugando cómo sus padres y abuelos se dirigen a ellos con un sinfín de "cariñosos apelativos" con el fin de guiar a los pequeños por el camino de la higiene.

Ya sé que no tienen ánimo de insultarlos ni mucho menos pero me parece tan sumamente feo, desprovisto de ternura y lleno de brusquedad...
Muchas veces los que reciben tan lindos apelativos son bebés que están en la época de llevarse todo a la boca y otras veces son niños que naturalmente se han manchado al jugar. No es mi intención ponerme demasiado puntillosa pero si miramos en el diccionario la palabra "cochino" por ejemplo, además de referirse al mamífero que todos conocemos, dice que se puede aplicar a un hombre, es decir a un adulto hecho y derecho, que se muestre desaseado. El bebé que se lleva todo a la boca, es inocente, no está haciendo guarradas conscientemente y  de todos es sabido que los niños se manchan porque son felices jugando y si es por torpeza tampoco hay razón de dedicar estos adjetivos. Y ya no hablo de cuando se veja de esta manera a los niños que se orinan cuando se hace erróneamente la "operación pañal".
Personalmente a mí nunca se me ha ocurrido llamar de estas maneras a mi hija, no sé, creo que aunque quisiera no me saldría.
De verdad que existen otras maneras de guiar a nuestros pequeños en los hábitos de limpieza. Es preferible un "eso no se toca" o un "hay que ver cómo te has puesto hoy!" a un insulto. 
Luego nos quejamos de que nuestros hijos han aprendido a insultar en la calle o en la escuela cuando muchos llevan oído ese "cochino" desde la cuna

Aunque se diga sin ánimo de ofender, la sensación que provoca tanto en los niños como en el resto de viandantes es pésima. Si queremos un mundo más dulce, más comprensivo, no deberíamos dejar escapar  estos detalles.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Demasiada Guardería

A nadie debería caberle la duda de que los bebés por quien mejor están atendidos es por sus madres o padres e incluso abuelos en el hogar. Por supuesto hablamos de padres amorosos y respetuosos con el niño. Así se colman sus necesidades de afecto y apego, que son tan básicas como el comer o el dormir.
Crianza con Apego

Existen estudios que ponen en seria duda las tan promocionadas ventajas de las guarderías: socialización, estimulación, habilidades, independencia....todo ello igualmente alcanzable en el hogar y de mejor manera y que incluso avisan de los perjuicios que se causan por un desarraigo temprano. Aunque no debieran hacer falta estudios para saber cómo se cría mejor a un hijo..

Las guarderías, ahora también llamadas escuelas infantiles, lo que para mí no deja de ser un eufemismo, si tenemos en cuenta que no hablamos de niños en edad escolar, deberían ser el último recurso a la hora de plantearse quién va a cuidar del bebé y no el primero.

Es una pena pensar que muchas parejas que esperan un bebé ya empiezan a mirar guarderías como parte de los preparativos para el nacimiento, en lugar de buscar primero otras posibles soluciones para su cuidado.

Las guarderías no las necesitan los pequeños, idea que se nos quiere vender en esta sociedad, sino los padres a los que no les queda otra opción y no se debería abusar de ellas: una cosa es dejar al niño un par de horas al día, que en casos puede resultar beneficioso y otra muy distinta dejarlos allí 8 o 9 horas en muchos casos, hay muchos niños, bebés, que cumplen una jornada mayor que la de sus padres!
Crianza con Apego

Algo está fallando en esta sociedad cuando los "bichos raros" son los niños que no han pisado una guardería. Hace poco una madre cuyo hijo ya va a empezar el cole este año ( p3 ) me dijo que ya estaba acostumbrado pues lo dejaba en guardería desde lo 5 meses y que aunque iba contento, muchas veces le preguntaba:”mamá, pero cuándo se acaba el cole?”, me resultó muy revelador, si el pobre aún no ha empezado el cole!!!

Me estremece pensar en la cantidad de niños que crecen con desapego y con unos padres que han delegado demasiado su crianza  porque eso trae consecuencias que se verán reflejadas en una sociedad que todos compartimos al fin y al cabo.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Rabietas

Los temidos berrinches suelen llegar a todos los niños entre los dos y los tres años de edad, aunque también es frecuente que empiecen unos meses antes de los 2 años y que se prolonguen pasados los 3 años. Como se sabe, es una etapa normal, una especie de “adolescencia del bebé” por la que hay que pasar y que pone a prueba los nervios hasta de los padres más pacientes.
Crianza con Apego

Sin entrar a valorar el origen de las rabietas, que puede ser muy diverso, en mi humilde opinión creo que la mayoría provienen de sentimientos de frustración que experimenta el bebé y que no sabe cómo canalizarlos. Hay expertos que dicen que mejoran sensiblemente una vez que el niño adquiere más soltura con el lenguaje pero yo no estoy del todo de acuerdo, pienso que se pueden seguir dando con igual o incluso más intensidad.

Las rabietas son unas explosiones incontrolables de furor, son muy intensas y están cargadas de emoción, el niño lo vive como si en ello le fuera la vida entera. Son momentos muy desagradables y nos desconciertan grandemente tanto a adultos como a niños llegando incluso a crispar los nervios. A los adultos nos queda el poder pasar por ellas lo más dignamente posible y no es fácil.

Crianza con Apego
El detonante puede ser cualquier nimiedad y una vez pasados unos minutos de rabieta es posible que hasta el propio niño olvide el por qué se inició. Son muchos los expertos que recomiendan actuar con indiferencia hasta que por sí sola la rabieta se pase para hacer ver al niño en cuestión que no consigue nada de los padres actuando así.


A mí, este modo de mantener distancias y cierta frialdad nunca me ha salido y no creo que sean maneras de tratar a un niño que realmente en ese momento está sufriendo, aunque reconozco que no existe fórmula mágica ante las rabietas y que quizás lo que nos fue útil en una no nos sirve en otra.

Mi hija no ha tenido muchos berrinches, aunque los más terribles han sucedido siempre de noche y más bien ligados a sus problemas para dormir, pero cuando esto ha ocurrido siempre he tratado de ser lo más empática posible con ella, y cuando nada funciona sí he tenido que dejar que llore a gusto para luego intervenir consolándola. Hay muchos niños que en el momento del berrinche no soportan que se les acerquen sus padres, lo cual es difícil de digerir para unos padres que han criado siempre con respeto y apego. Y es que en ocasiones sí es bueno tomar distancia y calmarse también el adulto si vemos que no vamos por buen camino.

Crianza con Apego

Las rabietas dejan “mal sabor de boca” es por ello que cuando las aguas vuelven a su cauce no hay que escatimar en mimos que ayuden a borrar el mal trago. Y si se puede mantener una conversación con el niño acerca de lo que ha pasado es aún mejor para que ellos mismos vayan aprendiendo a conocerse.

sábado, 27 de agosto de 2011

Lo estaré haciendo bien?

Esta es la típica pregunta que nos suele asaltar de vez en cuando a los que tenemos hijos en edad de criar. No importa mucho el camino que hayamos escogido, las dudas razonables suelen aparecer irremediablemente. Y es que la crianza tiene sus luces y sus sombras, nadie nace enseñado a ser padre y sabemos que hasta si ponemos todo nuestro empeño en hacerlo lo mejor posible siempre puede haber fallos.

Y quizás en el hogar nos sentimos seguros y reafirmados en lo que estamos haciendo pero una vez que salimos al resto del mundo surgen comparaciones, comentarios, que nos pueden hacer tambalear en nuestras convicciones.
A esto hay que añadir que somos también fruto de la educación que un día recibimos de nuestros padres y que ya sea para reproducirla o para cambiarla esta memoria será siempre un espejo en el que de cuando en cuando nos miraremos para bien o para mal.

Pero es aún más fácil que las dudas nos surjan si además observamos que somos bastante diferentes de lo que mayoritariamente se ve en nuestro entorno, cosa que suele ocurrir en una crianza con apego, ahí sí que a pesar de lo muy seguros que nos sintamos, nos preguntaremos quizás más frecuentemente“lo estaré haciendo bien?”

Tampoco es algo malo cuestionarse, ya que en casi nada suele haber verdades absolutas, es bueno de vez en cuando para sacar conclusiones que nos permitan avanzar y mejorar.


A pesar de todo creo que la respuesta la tienen los niños, si ves a tu hijo feliz, contento, seguro y que además según va creciendo ves cómo va dando esos frutos que secretamente esperabas, es señal de que lo estás haciendo bien. En ocasiones, a mí me ha pasado, tenemos incluso la sorpresa de que la respuesta no viene solamente de los propios hijos sino de niños ajenos. Muchas veces estando con mi pequeña en los parques, jugando y disfrutando, hemos visto niños que se nos han acercado y se han quedado curiosos, observándonos con una expresión entre sorpresa y añoranza que me ha hecho decirme a mí misma ”pues sí, lo estoy haciendo bien”.

El criar con apego a un niño es darle lo que más necesita, el calor y la cercanía, que le hará desarrollarse en plenitud.