“Mira que eres marrana!”, “guarro, más que guarro!”
Estoy harta de presenciar en parques donde hay niños jugando cómo sus padres y abuelos se dirigen a ellos con un sinfín de "cariñosos apelativos" con el fin de guiar a los pequeños por el camino de la higiene.

Ya sé que no tienen ánimo de insultarlos ni mucho menos pero me parece tan sumamente feo, desprovisto de ternura y lleno de brusquedad...
Muchas veces los que reciben tan lindos apelativos son bebés que están en la época de llevarse todo a la boca y otras veces son niños que naturalmente se han manchado al jugar. No es mi intención ponerme demasiado puntillosa pero si miramos en el diccionario la palabra "cochino" por ejemplo, además de referirse al mamífero que todos conocemos, dice que se puede aplicar a un hombre, es decir a un adulto hecho y derecho, que se muestre desaseado. El bebé que se lleva todo a la boca, es inocente, no está haciendo guarradas conscientemente y de todos es sabido que los niños se manchan porque son felices jugando y si es por torpeza tampoco hay razón de dedicar estos adjetivos. Y ya no hablo de cuando se veja de esta manera a los niños que se orinan cuando se hace erróneamente la "operación pañal".
Personalmente a mí nunca se me ha ocurrido llamar de estas maneras a mi hija, no sé, creo que aunque quisiera no me saldría.
De verdad que existen otras maneras de guiar a nuestros pequeños en los hábitos de limpieza. Es preferible un "eso no se toca" o un "hay que ver cómo te has puesto hoy!" a un insulto.
Luego nos quejamos de que nuestros hijos han aprendido a insultar en la calle o en la escuela cuando muchos llevan oído ese "cochino" desde la cuna!
Aunque se diga sin ánimo de ofender, la sensación que provoca tanto en los niños como en el resto de viandantes es pésima. Si queremos un mundo más dulce, más comprensivo, no deberíamos dejar escapar estos detalles.